San Miguel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Haz que Dios humille su soberbia. Y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno a satanás y demás espíritus malignos que vagan pro el mundo para perdición de las almas. Amén.
jueves, 13 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario